Susana Giménez-Jorge Rodríguez: final-final. Según ella, "de-fi-ni-ti-va-men-te". Un definitivamente, además, abierto y cerrado con signos
de admiración: no dos (¡!); muchos: (¡¡¡¡!!!!). A lo Susana cuando estalla: pocas veces, pero con pólvora doble y munición del 12. Tal como la oyó GENTE en
una exclusiva charla (monólogo, casi) telefónica Buenos Aires-
Fisher Island (Miami). Pero, ¿por qué?, si desde aquel romántico,
meloso fin de semana de diciembre en la chacra de Punta del
Este, parecían volver las rosas amarillas, el champagne a la luz
de las velas, y las oscuras golondrinas colgando otra vez sus nidos
en el balcón de los amantes… ¿Por qué?
-(Susana, hecha un basilisco) Porque este tipo está muy loco.
Muy loco…
-¿En qué sentido? (Como se sabe, el campo de la locura es
amplísimo).
-Está siempre enojado, me trata mal, y yo, a esta altura, no tengo
por qué soportar maltratos. De él ni de nadie. El será quien
es, pero yo soy Susana Giménez.
-¿Qué significa eso, exactamente?
-Que no soy una señora casada y pobre, y por lo tanto, muchas
veces, obligada a soportar cosas desagradables porque el hombre
que está a su lado es lo único que tiene en el mundo.
-El padre de Jorge sigue secuestrado. Tal vez su humor se
debe a esta penosa situación… ¿Es posible?
-No. El secuestro no tiene nada que ver. Antes del secuestro, llevábamos
veinte días sin cambiar una palabra.
-Entonces, ¿qué? ¿por qué?
-No sé. Está muy, muy cambiado. Este hombre no tiene nada
que ver con el hombre que conocí. Nada.
-¿Celos?
-¿Celos? Estoy sola, absolutamente sola en Fisher Island. Tan sola, que pasé el peor cumpleaños de mi vida. Ni siquiera me hizo un regalo… Pero eso, frente a todo lo demás, no tiene importancia.
-¿Otra mujer, quizá?
-Se lo pregunté, porque lo noté muy frío, muy distante. Se lo pregunté
dándole todas las chances: "¿Te enamoraste de otra? Si
es así, decímelo. Es normal. A mí también me pasó. Puedo entenderlo…".
Pero me dijo que no.
Asegura que el pasado 29 de enero fue el peor de sus cumpleaños. Aunque muchos amigos la llamaron para festejar, ella eligió la soledad de su departamento. Y se regaló un Rolls Royce modelo 2004.
