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Madre Teresa: su ejemplo sigue vivo

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"Todos tenemos algo de bondad. 
Algunos la ocultan, otros la desatienden, pero siempre está ahí". 

Madre Teresa de Calcuta

Un 5 de septiembre, pero de hace cuatro años, Ella se despidió de la vida en Calcuta. Por adopción, su lugar en la Tierra. El lugar donde en 1928 empezó como voluntaria -cuando ya era novicia en la congregación de las Hermanas de Loreto- en la ayuda de los más pobres entre los pobres. Hoy las Misioneras de la Caridad, la orden que fundó en 1950, son sus herederas. Aunque no las únicas:
los voluntarios de todas partes del mundo también constituyen una pieza vital en el engranaje de la obra de la Madre.

Cada año, a Motherhouse (en el 54 A, A.J.C. de Bose Road), la casa donde vivió y murió la Santa, llegan miles de almas que quieren venerarla a través de su misión. Grandes, jóvenes y medianos, con las creencias y religiones más diversas, de los rincones más recónditos, pero con un código universal: la entrega.
La primera sensación de cualquier mortal en Calcuta es de horror. La ciudad es un caos (por la mugre, el ruido, la superpoblación, la pobreza) y la vida resulta imposible. Sin embargo, la obra de la Madre funciona como un reloj. 

El día tipo de un voluntario empieza a las seis de la mañana con una misa en el primer piso de Motherhouse, el cuartel general; a las siete y media, hay un desayuno comunitario -té (chai en la India), pan y bananas en un patio frente a la tumba de la Madre- y enseguida cada uno zarpa rumbo al centro asistencial que haya elegido para trabajar. 

Nicolás Ezcurra (argentino, 28 años, arquitecto) no sabe bien cómo pero un buen día de 2001 cayó en Calcuta.
"En realidad creo que fueron Dios y la providencia que me llevaron… Siempre tuve adoración por la Madre Teresa. Y estaba en la zona porque había ido a hacer trekking a Nepal con Ramiro Fernández, un íntimo amigo. No podíamos dejar de pasar por su obra. Yo sabía cómo trabajan las hermanas porque tengo contacto con ellas en su sede de Benavídez".

En el diario que escribió Nicolás en la India, sobre su llegada relata: "Las primeras horas fueron siniestras,
tuve muchas ganas de volver… Pero por suerte, el tercer día estuve feliz y ya no quería volverme. Me shockeó la vocación de servicio del resto de los voluntarios, admirable. Muchos no eran católicos, pero sabían bien cómo entregarse a los demás… Cuanto más tiempo estás, más te delegan las hermanas, y a veces hasta 'descansan' en los voluntarios. Se crea un circuito de gente que vuelve y que ya conoce los códigos
". 

De los nueve centros asistenciales que hay en Calcuta, donde está el corazón de la obra, Nicolás estuvo en el leprosario -Gandhiji Prem Nivas, en las afueras de la ciudad- y en Prem Dan (para pacientes de larga recuperación). También se puede hacer trabajo voluntario en Shishu Bhavan (un orfanato para discapacitados de entre 2 y 12 años), Shishu Bhavan Howrah (un hogar para unos 30 chicos sanos), Shishu Bhavan Daya Dan (el orfanato para discapacitados severos), Gandhi School (escuela para chicos de la calle), Nabo Jibon (para hombres adultos con tuberculosis) o Shanti Dan (un hogar para enfermas mentales, la mayoría refugiadas de Bangladesh). Hay dispensarios diseminados por distintas estaciones de tren y centros en áreas rurales. Eso es lo que está a la luz, porque la Obra es inmensa y sin fronteras, y en gran parte,
invisible.

Con respecto a las formalidades, no hay requisitos para ser voluntario en Calcuta. Una vez allí, lo mejor es dirigirse a la Casa Madre para entrevistarse con la hermana Nirmala María, responsable de los voluntarios; Shanon, una norteamericana de Connecticut que fue novicia, es quien se encarga de dar charlas explicativas de los centros para que cada uno elija su destino. Nicolás sigue con su testimonio:
"Era mi primera experiencia de servicio y creo que el sistema de las Misioneras de la Caridad está conformado para explotar el potencial solidario que tenemos dentro. El idioma no es una barrera, las señas se hacen fundamentales. Cuanto más tiempo estás, más crece la amistad con los necesitados. Por mi corta experiencia, creo que todo está armado para que uno sea un paciente que se está curando. Está clarísimo que la Madre Teresa armó todo para que el beneficiario también sea uno, el voluntario. Hay pocas asociaciones en el mundo que sepan captar el trabajo del voluntario como lo hace la obra de la
Madre
". 

Carolina Olivero también es argentina, tiene 26 años (terapista ocupacional de profesión) y, a diferencia de Nicolás, está instalada en Calcuta desde abril. "Este es un lugar terrible. Al principio creí que no iba a resistir; por suerte me acostumbré. Cuando uno llega, se desmitifican tantas cosas. Sospechaba que los voluntarios llegaban de a miles, así como las donaciones, pero acá las carencias son inmensas. Sin la Madre Teresa, Calcuta sería el fin del mundo". Carito, como le dicen a esta porteña que se crió en San Rafael, provincia de Mendoza, pidió licencia en el Hospital Rocca -donde trabaja en la Argentina- para ayudar en Shishu Bhavan, un centro para discapacitados y desnutridos a quince minutos de caminata de
Motherhouse.  "La Madre Teresa es una mujer santa, y por nada del mundo quería perderme el lugar que ella tanto amó", le dijo a
GENTE.

Nicolás volvió en mayo pasado, pero "desde entonces, cada día pienso en Calcuta. Ojalá mi relato sirva, allá
descubrí el verdadero sentido del servicio. Ver la obra de la Madre de cerca es impresionante. Me quedé con la sensación de haber ido poco tiempo, porque yo estuve dos semanas, me gustaría volver tres meses más. Desde que llegué, leo el diario y todos los días descubro algo nuevo y me queda una sensación de responsabilidad, de hacer algo con todo lo que recibí. Calcuta me abrió un mundo nuevo: el del
servicio
".

En la víspera del aniversario de la muerte de la Madre, Calcuta sigue igual de caótica. Pero son muchas las almas que la recuerdan. Como Sima -musulmana, 17 años-:
"Yo soy hija de la Madre Teresa. En serio… A mí me recogieron de la calle cuando era bebé. Me crié en Shishu Bhavan y después pasé al hogar de los adolescentes. Crecí con las Misioneras, y hoy soy
voluntaria
".

Cómo ayudar
No hay requisitos para ser voluntario en
Calcuta. Una vez  que esté allí, diríjase a Motherhouse
(54 A, A.J.C. Bose Road; código postal 700016; teléfono 009133
2497115) para una entrevista. Las registraciones se toman todos los días
(menos jueves y domingo) por la tarde. De acuerdo con la experiencia, la
elección personal y el tiempo de estadía, se establece un destino
dentro de los centros en la ciudad o en áreas rurales. En la Argentina,
las Misioneras de la Caridad tienen diversos centros. Para brindar
ayuda, se puede llamar al de Beccar: 4 723-0873.

Nicolás tiene 28 años y es arquitecto. Estuvo en Calcuta y fue voluntario en Prem Dan, uno de los hogares de la obra. Fue una experiencia inolvidable; me hizo sentir parte del mundo. Ahora cada día tengo la responsabilidad de ayudar".">

Nicolás tiene 28 años y es arquitecto. Estuvo en Calcuta y fue voluntario en Prem Dan, uno de los hogares de la obra. "Fue una experiencia inolvidable; me hizo sentir parte del mundo. Ahora cada día tengo la responsabilidad de ayudar".

No se trata de cuánto damos, pero sí de cuánto damos con amor", decía Teresa de Calcuta, una santa en vida. A cuatro años de su muerte, el Vaticano acelera el proceso de su beatificación para convertirla en Santa. ">

"No se trata de cuánto damos, pero sí de cuánto damos con amor", decía Teresa de Calcuta, una santa en vida. A cuatro años de su muerte, el Vaticano acelera el proceso de su beatificación para convertirla en Santa.

Hora del almuerzo y papilla  en Shishu Bhavan, un hogar para discapacitados y desnutridos.

Hora del almuerzo y papilla en Shishu Bhavan, un hogar para discapacitados y desnutridos.

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