“Tuve tantos ex en mi vida que perdí la cuenta” – GENTE Online
 

“Tuve tantos ex en mi vida que perdí la cuenta”

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Las chicas fueron al colegio y no regresan hasta las seis. Su marido viajó al campo para controlar la plantación de arándanos de exportación y avisó que regresará recién para la cena. Catherine Fulop está sola en casa. Hace media hora despidió a su profesora de gym, ya se duchó, se vistió (por cierto, se ve divina en una musculosa color tierra y unos pantalones babucha al tono) y en cuarenta minutos debe partir rumbo “al centro” para cumplir con el turno que le pidió a su cosmetóloga. Limpieza profunda de cutis, cremas descongestivas y otra vez a la actividad: clases de canto, de danza, dirección teatral y vuelta al hogar, para ensayar los primeros capítulos de una comedia que comenzará a grabar el 5 de diciembre y que la tendrá como protagonista.

Aferrada a su botella de agua mineral de dos litros (bien helada) cuenta que su auto se transformó en una especie de casa rodante: “Si lo vieras te mueres, porque llevo de todo: ropa limpia, ropa sucia, mi vianda para la tarde, mis botellas de agua, mis compactos, mis cosméticos, mis libros, el celular. Sólo me falta dormir en ese carro”.

–¿Por qué tanto bagaje?
–Porque parto de casa al centro y no vuelvo más. Corro de un lado a otro como loca, hasta que se hace la hora de salida del colegio. Ahí regreso a buscar a las nenas y si no llego, las encuentro en casa. Ser una mujer siglo XXI tiene sus buenas y sus malas.

–A ver…
–Y… Es genial ser independiente y hacer lo que a una le gusta. Pero la exigencia de querer ser buena madre, buena esposa, buena ama de casa, buena actriz… ¡y encima tener un lomazo! ¡Ufff! Agota, chica, agota. Pero yo le doy para adelante. Todo el tiempo me pregunto de dónde saco tanto energía, porque gracias si duermo seis horas por noche, pero siempre me las ingenio para estar pilas, bien arriba. Si fuese por mí, viviría en un departamento en el Centro. Me facilitaría la rutina, y además, adoro la calle Corrientes, las luces, la movida cultural que hay allí, tanto de día como de noche. Soy muy urbana, bien urbana. Si vivo acá, en este paraíso enrejado (se refiere al country al que se mudó hace tres años por miedo a la inseguridad), es porque mis hijas son mi única prioridad, mi vida, y siempre estarán primero.

–Volvés…
–Vuelvo, sí. A la tele y al teatro. Desaparecí dos años y ahora vuelvo. Bah, en realidad no desaparecí: me tomé un tiempo para mí. Me puse a buscar otro hijo y mientras tanto me dediqué a instruirme: tomé clases de danza, de canto, de actuación, de dirección, leí muchísimo, me formé… En lo personal, el hijo no vino. Lo lamenté, pero hicimos todo lo que pudimos y no llegó. Y en lo laboral, como no me quedé tejiendo mañanitas, ahora aparecen los frutos de esos años de siembra.

–¿Qué vas a hacer?
–De golpe, me llamó Manuel González Gil para que haga mi primer infantil en teatro. Le dije que sí. Me fascinó la idea de hacer algo distinto, y en abril del año que ya se viene arrancamos con El mago de Oz. Después me llamó Quique Estevánez para que haga una comedia que saldrá en Telefe, y le dije que sí. El 5 de diciembre ya empezamos con las grabaciones de Los ex, una tira donde haré de la ex de Raúl Taibo. Y la semana pasada me llamó Adrián Suar para que haga Amas de casa desesperadas (la versión criolla de la exitosísima serie norteamericana Desperate housewives). Me fascinó la idea, pero parece que no voy a poder… De repente, tengo tantas ofertas que me dan ganas de decirles: ‘¡Espérenme!’. Me encantaría estar en todas, pero no me dan los tiempos. Tuve que elegir, y la apuesta de Telefe me interesó, porque la historia de mi personaje es muy diferente a la mía.

–Escucho.
–Ella está separada, tiene cuatro hijos, de 19, 15 y mellizos de 9 años, y convive con su nueva pareja, que tiene tres chicos más. Por otro lado, Taibo, mi ex, formó una nueva familia con una mujer que a su vez tiene otros tres hijos. Es una tira muy actual. Tiene esto de las familias ensambladas. Es una historia muy interesante para contar. A mí no me ha tocado, pero podría haber vivido perfectamente algo así.

–Todavía estás a tiempo.
–¡Ay, no! Ojalá que no. Espero que no. Estoy muy orgullosa de la familia que hemos formado.

–¿Y vos? ¿Tuviste muchos ex?
–¡Ufff! ¿No te puedes imaginar la cantidad? (Risas). Tuve tantos ex que he perdido la cuenta. Pero no reniego de ellos, al contrario: han sido puentes en mi vida, que me ayudaron a llegar al otro lado del río, donde estaba mi amor verdadero.

–¿Tu marido?
–Sí, Ova. No te voy a decir que mi vida con él es un lecho de rosas, porque no lo es. Hemos pasado y pasaremos miles de crisis. Pero seguimos. Encontramos la clave para seguir adelante, para respetarnos y aceptar nuestros defectos y virtudes. Yo veo mujeres de treinta que siguen buscando al hombre ideal, y son tan exigentes que, si no resignan algo, chicas, jamás lo van a encontrar. ¡El hombre perfecto no existe! Acéptenlo de una vez. Tampoco hay que conformarse con cualquier cosita, obviamente, pero lo importante es que haya amor. Con amor, las diferencias se superan.

–¿Qué defectos de él tuviste que aceptar?
–Muchos, pero no menos de los que él tuvo que aceptar en mí. Con Ova llevamos diez años ya. Hemos pasado miles de crisis, naturales. Mis padres, Jorge y Cleopatra, pasaron y aún pasan miles de crisis. El otro día mamá me decía que papá ya no era el hombre con el que se había casado, que estaba disperso, cambiado. Y ese cambio en el amor es natural. El ya es un hombre grande, mayor. Le dije –porque hablo todos los días con ellos por teléfono–, que le tenga paciencia, que aprenda a convivir con este nuevo ser que le ha tocado, que de eso se trata el “para toda la vida” cuando te casas. Yo me imagino envejeciendo junto a Ova.

–¿Además de las parejas, qué otras ex cosas te marcaron en la vida?
–Además de ex novios, tuve ex casas, ex países, y aunque algunas pérdidas las lamento, todo eso soy yo, todo eso habla de mí. Yo pensé que tenía superado el desarraigo, y a veces me doy cuenta que no. La familia es muy importante para mí. La última Navidad sorprendí a todos los Fulop cuando se reunieron en Miami para celebrar las Fiestas y el cumpleaños de una de mis hermanas. Llegué de golpe y la sorpresa terminó afectándome más a mí que a ellos. Hacía trece años que no estaba en un cumpleaños de una hermana mía. Somos siete, seis mujeres y un varón. Una de las mujeres, la mayor, es hija solamente de mi papá. Volví con mucha erupción interna, porque cada vez que me reúno con ellos vuelvo a vivir el desarraigo. Por eso yo tengo muy presentes a mis ex personas, los ex lugares, las ex vivencias. Cuando volví no quise ir ni a teatro y mi profesor me retó, me dijo que me hubiera venido muy bien la silla.

–¿Qué es la silla?
–Un ejercicio teatral que tiene mucho de terapia. Te sentás y relajada empezás a hacerte preguntas y a respondértelas en voz alta. ¿Cómo estoy? ¿Qué quiero? ¿Qué me gustaría cambiar? ¿Soy feliz? ¿Hacia dónde voy…? Me hubiera venido bien hacerlo, pero no lo hice. Cuando tenés hijos y una rutina tan movida como la mía, no te podés dar el lujo de deprimirte. No sé, a los setenta años quizás me deprima. Hoy tengo muy presente todo lo que me pasa, pero no me quedo en eso. Sigo, doy vuelta la página… y a otra cosa. Soy de minimizar los problemas.

–¿Llegará la ex sex symbol?
–¿Ex sex symbol? (carcajadas). ¡Eso nunca! Es cierto que me importa menos el cuerpo. Ahora apunto a un trabajo más naïf, pero no reniego de mis curvas, me encantan. Me cuido porque está bueno, porque no quiero sentirme limitada físicamente en mi trabajo. Odiaría tener que cuidarme de no mostrar una pierna o la panza. Pero tengo celulitis y la acepto. Me acepto como soy.

–¿Estás preparada para aceptar el paso del tiempo?
–Sí, totalmente. De todas formas, creo que a los setenta voy a seguir siendo una mujer sensual. Yo voy a ser una vieja sexy. Creo que siempre voy a tener esa sal caribeña, más allá de las arrugas.

“<i>Voy a ser una vieja sexy. Creo que siempre voy a tener esa sal caribeña, más allá de las arrugas</i>”, asegura Cahty.

Voy a ser una vieja sexy. Creo que siempre voy a tener esa sal caribeña, más allá de las arrugas”, asegura Cahty.

“<i>No reniego de mis ex novios, al contrario: han sido puentes en mi vida que me ayudaron a llegar al otro lado del río, donde estaba mi amor verdadero,  que es Ova</i>”

No reniego de mis ex novios, al contrario: han sido puentes en mi vida que me ayudaron a llegar al otro lado del río, donde estaba mi amor verdadero, que es Ova

“<i>Es genial hacer lo que a una le gusta. Pero la exigencia de querer ser buena madre, esposa, ama de casa, actriz… ¡y encima tener un lomazo! ¡Ufff! Agota. Pero yo le doy para adelante</i>”

Es genial hacer lo que a una le gusta. Pero la exigencia de querer ser buena madre, esposa, ama de casa, actriz… ¡y encima tener un lomazo! ¡Ufff! Agota. Pero yo le doy para adelante

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