“Siempre fui un tipo de excesos, pero un día tenés que cerrar la puerta” – GENTE Online
 

“Siempre fui un tipo de excesos, pero un día tenés que cerrar la puerta”

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La casa está en orden. Fito dice que siempre tiene “todo enquilombado”, que el tiempo lo volvió medio maniático, que se acostumbró a estar solo y que se entiende en su propio caos, pero todo está impecable. El departamento de Recoleta transmite ese olor a hogar dulce hogar que no todas las casas logran tener. Música por donde se mire: piano, guitarras, teclado, pequeño acordeón, sin contar cientos de discos dando vuelta por ahí. Libros, por decenas. Películas varias. Guiones, algún manuscrito, lugares de trabajo. Fotos, una cartelera con mensajes. Y muchos cuadros. La mayoría pintados por (el hijo que adoptó con Cecilia Roth), un pequeño talento de 9 años. “¡Uuuh! ¡Va a ser un genio éste…!”, predice Fito, como todo padre orgulloso. Cuarto de niños, rastros y fotos de Margarita (la hija de 3 años que concibió con Romina Ricci), su mujercita más mimada. Una casa que cada tanto se convierte en locación de grandes reuniones con amigos, sesiones interminables de música, ciclos de cine y literatura, y una que otra divertida borrachera.

El dueño está agotado. Fue un año intenso, como hacía mucho tiempo no vivía, desde que en 1993 todo explotó con El amor después del amor. “Fue una gira larga. Ni me acuerdo de dónde vengo”, dice, y se desploma sobre un sillón. Hace pocas horas bajó de un avión que lo trajo desde Bogotá, otra de las ciudades adonde lo llevó su último disco, Rodolfo, ése en el que se sentó solo frente al piano, y lo hizo volver a sus orígenes. Y que lo hizo ganar un Grammy Latino al Mejor Cantautor, en la que compitió con Pablo Milanés, Gilberto Gil y Djavan. En el medio de la gira tocó Madrid, y allí tuvo “una noche de bodas”: grabó un DVD de su concierto en vivo, en el Palacio de los Congresos, se rodeó de amigos –Joaquín Sabina, entre otros– y se fue ovacionado.

–Fue un gran año, ¿no?
–Todos los años son buenos. El otro día leí una nota a un economista chino que decía que nada es más aburrido que el éxito: lo lindo es el viaje… Y es así. Igual, me voy a dar cuenta cuando todo haya pasado. Pero, sí, estoy cansado,mucho laburo. Además de la gira, estoy preparando un nuevo disco con canciones de otros autores y otras inéditas mías, y ya tengo doce temas para otro álbum… Hacía mucho que no tenía tanta exposición.

–Pero todo artista tiene épocas buenas y malas…
–Depende para quién. Vidas privadas fue un momento muy alto, pero para la crítica y el público, no… Fue un film incómodo, molesto, pero es lo que tenía para contar y lo que pienso de este país. La experiencia de hacerla fue extraordinaria. Pero, claro... Es difícil cuando la gente te dice “no”. Igual, el tiempo pone todo en su lugar, acomoda, revaloriza, quita pasiones. Y queda la película, nada más.

–¿Te hicieron pagar derecho de piso en el cine?
–Es la ley de la vida. Si sos músico, dedicate a la música, no al cine. Y si lo hacés, “te la vamos a cobrar”.

–¿Sos autocrítico?
–Es inevitable. Trato de ser muy pasional, pero todo debe tener su cuota liviana. Al fin y al cabo son canciones, ¿no? Tampoco es para tanto… No podés pedirle a un compositor que te explique el mundo, que te ubique en la realidad, que lea algo que nadie puede leer. A los únicos a quienes les podemos exigir eso es a los políticos. Y a los argentinos, que se profesionalicen, que dejen la chicana, que piensen en la Nación en su totalidad, que dejen los intereses y piensen cómo hacer para que las crisis eternas de este país sirvan para revisar cuáles son las cosas que no se van a mover y sobre las cuales hay que negociar. Parte de esa tarea la hemos hecho algunos en lo nuestro, pero es muy chiquito todo, porque está ligado a las palabras, a la música.

–¿Esa responsabilidad se les demanda a los artistas, o también, y mucho, al periodismo?
–Sí... Y, muchas veces, los periodistas y los artistas se erigen en jueces de la Nación, y eso es muy peligroso…

–¿Qué te angustia?
–Lo que me preocupa es el lugar, ver que en veinticinco años de democracia esto no arranca. Porque ahora también están mis niños, y digo “puta, no, no arranca”. No entiendo por qué, con todas las crisis que tenemos, que son oportunidades fabulosas, es tan difícil sentarnos a la mesa a negociar. No veo a nadie que esté pensando en la totalidad. Falta mucha grandeza en los políticos.

–¿De qué disfrutás?
–Preguntáme mejor de qué no disfruto (se ríe). Disfruto de todo. Me encierro acá a escribir mis canciones…

–Este año fue duro para dos de tus amigos, Charly y Fabi Cantilo. ¿Pensaste que podías estar en su lugar?
–¿A qué te referís?

–Charly no está muy bien…
–(Interrumpe) Yo no diría eso. Es uno de los artistas más grandes del mundo, un fusible de la Argentina, de toda la basura que se tira debajo de la alfombra. Las antenas de Charly, su sensibilidad, reciben todo eso, y se lo fuma. Tiene la percepción absoluta de un lugar que no arranca, que angustia y te vuelve loco. Artistas como él, Fogwill, Copi, Lamborghini, son tipos que sufren y padecen.

–Me refería a los excesos…
–Siempre fui un tipo de excesos, lo soy. El tiempo me los cobra…

–Pero estás en un perfil diferente, digamos, como padre responsable.
–Eso es una parte. Después tenés tu vida. Pasa que yo no ando por ahí, y entonces no sabés nada de mí. Hay cosas ligadas a la intimidad que hay que aprender a preservar para que no te vuelvan loco, para que no te hagan daño.

–¿Te volvieron loco en algún momento?
–Sí, sin duda. Era una sobrecarga, y de golpe vos decís “pará, yo tenía otra vida”, y te raya. Pensás: “Loco, ¿qué más querés saber? ¿Qué querés que te cuente?” Toco el piano, hago canciones, me gusta fumar, salir a la noche, voy al cine... No sé... Estoy aprendiendo la vida. No te puedo explicar nada más…

–Ahí pusiste el freno...
–En un momento, debés cerrar la puerta y preservarte, tener la vida que quieras, hacer lo que quieras sin rendir cuentas. Pero si vas a todos los eventos, vas a tener quilombo. Es un poco de picardía, nada más… (se ríe).

–¿De qué te arrepentís? ¿En qué te manejaste mal?
–Uuuh… ¡en casi todo! (se ríe) La vida es eso: error y confusión. Todos somos materia confusa, y en ese devenir cometés errores que te hacen hombre. Nadie sabe nada. La gente que anda por ahí pensando que sabe mucho de la vida me genera desconfianza.

–En una época pudiste haber pensado que sabías mucho. Eras como el hombre-éxito.
–Fue una prueba que me puso el destino. De repente podés pensar que sos algo, o peor, que sos algo importante. Y eso no es bueno para nadie. En esos momentos sacás de una especie de cofre las cosas que te enseñaron de niño. Si te subís a un caballo y de pronto te caés, esas cosas te protegen…

–¿Qué te enfurece?
–¿Sabés qué me molesta ahora? El “que sí, que no…”. Me gusta definir. El boludeo ya no me va. Ahora dudo menos. Me pone un poco nervioso. en verdad, prefiero concentrarme en atacar, no en dudar si defiendo o ataco. ¡Directamente ataco!

–¿Con tus parejas?
–No hay pareja ahora.

–¿Ni ganas de tenerla?
–Ahora estoy con una película nueva, con los chicos… No sé. Esas cosas aparecen y ya. No hay mucho misterio. No es algo que puedas diseñar. Aparte, estoy acostumbrado a la soledad, muy maniático...

–Y ordenado…
–Ahora está ordenado, pero en general no. Además no hay mucho, es simple: están los cuadros de Martín, los pianos, las guitarras… Ese cuadro me lo regaló para el Día del Padre. ¡Me mató! Y Margarita es afinadísima. ¡Tiene un swing la loca...! Canta Mariposa technicolor perfecto…

–¿Te emocionan tus hijos?
–A veces sí. No sé si delante de ellos, pero hay momentos que decís “¡uf, qué potente, es fuerte!”. Cuando concretan algo, cuando tienen un logro, es tremendo.

Martín y Margarita lo están esperando. Fito levanta vasos y tazas, ordena el living y se prepara rápido para ir a buscarlos a casa de sus madres. Esta noche, después de la gira, en la casa Páez el olor a hogar dulce hogar toca su nota más alta. …todos los años son buenos. Porque, como dice un proverbio chino, lo mejor del éxito no es el éxito, sino el viaje para lograrlo”, dice Fito, de cara a una resurrección.

…todos los años son buenos. Porque, como dice un proverbio chino, lo mejor del éxito no es el éxito, sino el viaje para lograrlo”, dice Fito, de cara a una resurrección.

“Estos dibujos y cuadros los hizo mi hijo Martín, el que adoptamos con Cecilia Roth, mi  ex: un geniecito de nueve años que cada día me sorprende más”

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“Mi gran orgullo de este año es mi disco Rodolfo. Me senté al piano, lo grabé con ese único instrumento, me hizo volver a mis orígenes, y ganó el Grammy Latino al mejor cantautor”

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