En ella conviven, en una lucha constante, la mujer que se viene y la nena que no quiere irse. Lo que gana por ahora es su carácter: se ve –o mejor dicho, se escucha ni bien uno cruza con ella las primeras palabras– que es una chica que sabe lo que quiere. ¡Y cómo! Los rasgos angelicales, la piel casi transparente y perfecta, sus curvas que no pasan inadvertidas (83-64-92), que la llevaron a ser modelo –aunque de chica juraba que no iba a seguir los pasos de su mamá–, se enfrentan como un huracán a la personalidad que desborda. Seremos concretos: uno espera encontrar a una jovencita suave y frágil y se enfrenta con un huracán.
Hoy este huracán llamado Florencia Torrente (18), modelo de la agencia de Pancho Dotto desde hace un año, está arrasando con todo. Las propuestas de trabajo son tantas que durante enero y febrero casi no tuvo tiempo de tomarse vacaciones: sólo una semana con mamá, Adrián Suar, su hermano Tomás (8) y su novio Nicolás Cabré en Playa del Carmen, México. El verano se le pasó entre desfiles y producciones fotográficas para distintas marcas, tanto en la costa argentina como en la uruguaya. Eso sí, Flor (o Tota, como la llaman en su casa), de quien dijimos que sabe bien lo que quiere, privilegia ante todo el corazón. Por eso siempre trata de viajar acompañada por Nico, su amor desde hace casi tres años. “Una de las cosas que nos identifican es el bajo perfil. A ninguno de los dos nos gusta la noche, ni ir a bailar, ni salir. Somos muy familieros y detestamos la exposición pública innecesaria. Nos hace bien acompañarnos y estar juntos”, asegura Florencia, que compartió un día de su agitada agenda con GENTE. Y en el único momento de descanso del día, recostada sobre la arena de la Personal Beach Peralta Ramos marplatense, habló de sus primeros doce meses como modelo.
–¿Sentís que después de un año trabajando dejaste, de alguna manera, de ser una nena?
–Nunca me sentí una nena. Siempre fui distinta a las chicas de mi edad. Por ejemplo en noviembre terminé quinto año y no me fui de viaje de egresados. Los chicos se iban a Bariloche, y como a mí no me gusta eso de salir a bailar, ni salir a tomar, preferí no viajar.
–¿A qué se debe esa manera de pensar?
–A todo lo que viví de chica, y a los consejos que siempre me dio mamá. Cuando tenía dos años, mis papás se separaron, y con mamá fue como que crecimos juntas. Nos volvimos muy compinches, muy unidas…
–¿Cómo fue ser compinche de una mamá tan famosa?
–Algo común, porque cuando yo tenía edad de entender las cosas, mamá ya era modelo y siempre la veía en las publicidades, en la televisión, o en una tapa de revista. Por eso creo que aunque en un principio renegué mucho de ser modelo, fue algo que aprendí de manera natural.
–Algo que te sirvió a la hora de pararte delante de una cámara…
–Seguro. Es muy sencillo hacer todo lo que me piden. Porque cuando era chica, me paraba delante del espejo de casa e imitaba, copiaba y cargaba a mamá. Y hoy me doy cuenta de que aquello que comenzó como un juego se convirtió en mi profesión.
–El año pasado, cuando hiciste tu primera campaña para Selú, me habías dicho que querías trabajar para comprarte el auto. ¿Lo pudiste hacer?
–Sí, el 19 de agosto, cuando cumplí 18 años, fui a las 8 de la mañana a la agencia y lo compré. Y la verdad, fue una gran ayuda, porque me sirvió para no depender más de nadie. Siento que logré más independencia.
–Y ahora, ¿para qué estás ahorrando?
–Para comprar un departamento: ésa será mi próxima meta.
–¿Estás pensando en irte a vivir sola?
–¡No, ni loca! (carcajadas) En realidad, es algo que no lo pienso hacer por ahora. Lo quiero comprar como una inversión. En casa estoy muy cómoda con mi mamá y mi hermano Toto, aunque sí me gustaría irme del country donde tenemos la casa. Yo nací y viví un par de años en Haedo, y por ejemplo, sigo yendo a un gimnasio del barrio para tomar clases de box training. Me identifico mucho con la gente de ese lugar. Por eso, a pesar de que hoy soy modelo, sigo siendo una chica de barrio.
–¿Con Nicolás no hablan de convivir?
–No por ahora, para eso tenemos tiempo. Estamos muy bien, nos queremos mucho, pero vamos tranquilos.
–Pero parece que tan tranquilos no van. Dicen que se acaban de comprometer...
–No es verdad, es un invento de una revista… porque siempre tienen que poner algo “que venda”. Hace un año que tenemos este anillo, y como se dieron cuenta recién ahora, inventaron hasta un título. Este no es un anillo de compromiso, sino algo que quisimos compartir.
–Me decís que les gusta mantener el perfil bajo. Pero siendo los dos conocidos, ¿pueden mantener su intimidad?
–Mirá, tengo claro que la exposición es algo natural, por el trabajo que hacemos, pero no entendemos ni aceptamos eso de “tener que contar todo”. A ninguno de los dos nos gusta que se metan en nuestra intimidad. No queremos exponer cada cosa que nos pasa, porque tenemos derecho a mantener nuestra vida privada. Por eso tratamos de cuidarnos de la mejor manera. Y, por ahora, tan mal no nos va.
Aunque hace poco tiempo trabaja como modelo de Pancho Dotto, su reacción ante la cámara es espontánea y natural: “De chica imitaba a mamá, la cargaba, y eso me sirvió mucho”, asegura Tota.
“Yo nací y viví un par de años en Haedo, y por ejemplo, sigo yendo a un gimnasio del barrio para tomar clases de box training. Me identifico mucho con la gente de ese lugar”
“A Nico y a mí no nos gusta la noche, ni ir a bailar, ni salir. Somos muy familieros y detestamos la exposición pública innecesaria”
