“No puedo pedirle más a la vida: hoy me siento un hombre completo” – GENTE Online
 

“No puedo pedirle más a la vida: hoy me siento un hombre completo”

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Invita GENTE.
–Olvidáte. Invito yo.

–Olvídese usted. Los cafés corren por nuestra cuenta.
–Dejáme, por favor… ¿Dale?

A continuación, Marcelo Hugo Tinelli (46, remera clara ajustada y jean marrón de Etiqueta Negra, zapatillas blancas –con una tira roja y una verde a cada costado– de la marca italiana Gola, reloj Rolex plateado) sumerge su mano en el bolsillo, saca una maltrecha billetera de cuerina negra y, mientras descubre el incrédulo rostro del cronista, aclara: “La billetera y el reloj nunca deben cambiarse. Esta billetera la tengo desde que arranqué con VideoMatch. Da lástima, pero no puedo dejarla”, revela. Sin embargo, no es ese curioso dato lo que llama la atención. Tampoco que la moza de Un’Altra Volta le adelante que los dos cafés ristretto del animador y los dos cafés negros del redactor correrán como invitación de la casa. Lo que realmente impresiona es que Tinelli haya pasado, ahora, entre la noche del domingo y la madrugada del lunes, casi dos horas dentro de una heladería de Avenida Del Libertador 3060, delante de un grabador y rodeado de clientes, ruido y música, como si no hubiese hecho 31,5 puntos de rating y picos de 36,1 en su regreso a la pantalla y, peor, como si no fuera el conductor más exitoso de la televisión.

–Hubo una época, allá por el 91, 92, en la que me comí el personaje: anteojos negros, vidrios polarizados –explica–. El tiempo supo depurar. Ahora intento llevar el tema con la mayor normalidad posible. Hace un instante estuve en el Patio Bullrich. Francisco, a quien también siempre llevo al colegio, y yo, nos subimos a los autitos chocadores. Varios nenes me atacaban: “¡Vamos a chocar a Tinelli!”, gritaban. “Tinelli los va a chocar a ustedes”, los amenazaba yo. Y nos trenzábamos. Hay que disfrutar la fama, no padecerla.

–Ergo, no le pesa el fulminante debut que acaba de tener...
–¿Pesarme? Al contrario.

–¿Recuerda la última nota que compartimos? ¿Recuerda que lo comparamos con Alejandro Magno, con el “hábil estratega que fue extendiendo su imperio y propagando su nombre hasta lugares jamás imaginados”?
–(Risas) Recuerdo la alegoría...

–¿Entonces volvió Alexander y conquistó Canal 13, nomás?
–Creo que hicimos un numerazo frente a un tanque como Harry Potter y la cámara secreta (N. de la R: el lunes 10 cayó ajustado frente a Terminator 3: La rebelión de las máquinas). No obstante, prefiero ser cauto. Es un año largo. De nada valen las frases triunfalistas. Lo que sí, admito, me puso orgulloso que la competencia moviera sus piezas apenas anunciáramos nuestro regreso. Sin Harry Potter quizás habríamos hecho 40 puntos. Por algo Telefe, el canal líder nos espera con un arsenal de filmes. El tema es saber que las megapropuestas no van a aparecer todos los días, que a la pantalla llegarán los programas locales que nos enfrentarán. Yo siempre acepto la competencia. Y los nuevos números del lanzamiento de ShowMatch confirman además que sanatean aquellos que hablan de “perfiles de pantalla”. En todos los canales conviven ciclos diferentes. El que desee ser primero necesita buenos jugadores en todos los puestos. Y la gente elige lo que le gusta, más allá del canal en que salga.

–Y amén del canal, ¿qué diferencia hay entre este decimosexto retorno y aquel debut del primero de marzo de 1990?
–Allá yo saltaba del periodismo deportivo a la conducción. Empezamos en dos y pico, tres y cuatro puntos. Hasta que en lo personal agarré la producción, llegamos a 1 y le acerqué mi renuncia a Gustavo Yankelevich. Luego repuntamos. Acá soy el responsable general y estoy en cada detalle de la estructura y el armado. En síntesis, antes me preocupaba más yo y ahora me preocupa más el programa. Igual, el jueves pasado me sucedió algo raro. Volvieron los nervios. Sentí que me pusieron un secador de pelo de frente en la boca. Cuando salí, se me secó mal. Pensé: “¡¿Cómo carajo hablo?! ¿Y si me quedé sin voz?”. Dejé correr la música, lancé “¡¡¡Buenas noches, América!!!”, tomé aire y avancé. Resultó raro. Hacía tiempo que no me sentía así. La televisión te sorprende a cada paso.

–¿Imagine qué sería de su vida si el ingeniero alemán Paul Gottlieb Nipkow no se hubiese puesto a inventar, un siglo y cuarto atrás, algo parecido a la televisión?
–Capaz que sería empleado en la zapatería Roma Ideal, de Bolívar.

–¿Qué le inspira el término “televisión”?
–Un día de tormenta allá. Esperábamos que viniera el mal tiempo, porque así la antena agarraba Canal 8 de Mar del Plata, que emitía la programación del 13. Nos movíamos hasta lo de mis abuelos, ya que en nuestra casa no había tele, y a disfrutar Sábados circulares, con Pipo Mancera, por ejemplo. Después, ya en Buenos Aires, en Pueyrredón y Peña, era desear volver del colegio para caminar esos siete pasos que separaban el sillón del aparato, encenderlo y buscar las peleas de Monzón, El Santo, El Zorro, El agente de CIPOL, Biondi. Para mí la tele era Disney.

–¿Disney?
–Sigue siéndolo, en realidad. Yo me maravillo en ShowMatch, lo gozo. Siento que veo el programa desde la mesa donde la gente cena en familia. A veces en la calle me palmean: “¿Qué hacés, Cabeza?”. “¿Te conozco?” “Claro, bolú, si anoche te vi”. Y sí, si nos divertimos juntos… Por eso entiendo al tipo que se te acerca. Como la vez pasada en Miami. Buscaba el Hotel Four Seasons subido a un descapotable que había alquilado, y no lo encontraba. De repente paré en una esquina y llamé a un muchacho: “¡Excuse me!” Se dio vuelta y me lanzó, “¿Qué hacés acá, Excuse me? ¡Hijo de mil, mirá qué navecita!” Era argentino, y la química surgió natural. O como una madre el viernes: “Ay, no me gustó nada el desfile de chicas el otro día, querido. ¡Estaba con mis nietos!”, me retó. O cuando salí a correr y los muchachos de la construcción me gritaban: “Maestro… ¡Qué minones! ¡Campeón!”. Yo escucho y analizo. La gente piensa que lo nuestro es llegar un minuto antes, pasarla bien e irnos… Y no… Hay cien personas y un equipazo encabezado por los productores ejecutivos Pablo Prada y Federico Hoppe dándole horas y horas, preparando cada segmento. Y no está nada mal que el público lo piense así. Con ShowMatch no apunto al ciclo elaborado, inteligente, que deja un mensaje. Lo que me importa es que todos lo entiendan y sea popular, puedan verlo las personas de pocos recursos como el empresario más top o el Presidente. ¿Sabés lo que es recibir cientos de cartas de personas con pozos depresivos que no se pueden dormir a la noche y esperan el programa para pasarla bien un cachito?

–¿Con qué programas la pasa bien usted, dejando de lado a ShowMatch?
–Con Sos mi vida y con Mujeres asesinas.

–¿Cuáles jamás pondría?
–De verdad, no existen programas que jamás pondría. Hace un rato anduve mirando el de bailanta. Chusmeo bastante.

–¿Cuántos televisores hay distribuidos en su casa?
–Cinco. Un plasma en mi cuarto, una tele grande en el living, una en cada cuarto de los chicos y otra en la cocina. Los horarios de encendido y apagado varían según lo que hagan al día siguiente Francisco (8) y Juana (3). La hora pico son las 22:15, 22:30. No vemos demasiado. Paula (38), para el caso, la prende poco y no sigue un programa especial. A veces ni ve ShowMatch.

–¿Quién tiene el control?
–Por lo general, yo soy más de mirar, de zappear.

–¿El control de la casa?
–Sin dudas ella (risas).

–Puertas adentro, ¿qué lo diferencia a usted del caballero que derrocha adrenalina en la pantalla? ¿Es maniático o insoportable en algo? ¿Mandón? ¿Tacaño? ¿Soberbio?
–Desde la tele muestro mucho mío, pero hay mucho que no. De definirme, admitiría que en la intimidad no soy divertido a tiempo completo. En las reuniones de amigos me piden que cuente un chiste y no sirvo. Por momentos, alguien callado. No sé. Los defectos que me nombrás no los reconozco en mí, ni en las buenas ni en las malas. Ante las mieles del éxito, suelo pisar tierra firme recordando: “Yo repartía tarjetas de plomería, yo iba a comprar el fiambre en Radio Rivadavia, yo vendía helados, yo no tenía un sope partido al medio”. No me creo el dueño de la televisión.

–Confiésenos en qué momento siente que la tele es una gloria.
–Los dos codificados domingueros de fútbol son glorias. Y agregaría el TN Deportivo de los domingos a la una de la mañana y el Sportcenter de la noche.

–¿Cuándo siente que esa televisión es un demonio?
–Si mis hijos están mirándola y aparecen escenas de sexo a las tres de la tarde. Eso no me agrada. Y tampoco la hipocresía del ambiente. Los que afirman “Nosotros no competimos”, se hacen los cool y estudian las movidas igual que una partida de ajedrez; los que esgrimen un mensaje y no lo cumplen. Yo compito, y me encanta. Jamás sostendría: “¡Qué feo que me pongan Harry Potter enfrente”. Yo lo haría. Sincerémonos.

–Déle, sincerémonos. ¿Le sirven o le molestan las seudo guerras de canales previas a cada temporada?
–Yo voy a estar en la televisión o en los medios de comunicación el resto de mi existencia. Por lo tanto, a mí no me sirve pelearme con nadie. Aparte, hacerlo me parece una cosa de chiquilines, aun a riesgo de escuchar críticas cargadas de envidia y resentimiento.

–¿Siente que pegarle a usted es un deporte?
–Mmmmm… No. A algunos les disgusta mi propuesta, y es lógico recibir un palo. Ocurre que para ciertos periodistas más de lo mismo puede ser desastroso o genial según quién haga más de lo mismo. Pero bueno, enjoy, disfrutálo. Yo me quedo con la gente, que es lo mejor. Y pienso de manera más amplia, como que luego de tiempos bravos en lo económico, nos asociamos durante los últimos cinco años a Canal 13 y rearmamos una empresa como Ideas del Sur con profesionales jóvenes, que aparte de programas para la Argentina (ShowMatch, El gran juego, Collar de esmeraldas, Midachi TV y Fiscales), comenzó a generar productos para exportar. Una empresa con 500 personas, dos radios y una división Deportes que no para de crecer.

–Retornemos a ShowMatch… ¿A Tinelli lo ven sólo quienes lo quieren o también sus detractores?
–Puede ser. Igual, no sé si son tan detractores o si en realidad les cierra decir que no les gusta ShowMatch. Yo de pibe, los lunes llegaba al colegio luego de haber visto Feliz domingo para la juventud, y varios amigos míos que juraban “yo no veo eso”, terminaban hablando más de él que los que lo habíamos visto.

–¿Puso el debut de Caiga quien caiga, por Telefe?
–Sinceramente, no.

–¿Cree que Pergolini miró el ShowMatch del debut?
–Tal vez. Y tal vez se animó Claudio (Villarruel, director Artístico y de Programación de Telefe). A él siempre le encantó la propuesta. Le encanta ese humor y ese estilo. Alguna vez a VideoMatch lo vivimos y lo soñamos juntos.

–¿Le quedan sueños pendientes?
–Admito que a mí se me cumplieron algunos que ni siquiera había soñado. Desde lo personal, ni hablar: una mujer que adoro, cuatro hijos (además de Juanita y Francisquito, Micaela –17– y Candelaria –15–). Desde lo material, imagináte… Si nunca creí ni que tendría mi propio auto. No puedo pedirle más a la vida. Hoy me siento un hombre completo. No me va andar eternamente detrás de una zanahoria.

–¿Tampoco sueña con un desembarco en América y en el 7, los dos canales que a Alejandro Tinelli Magno le faltaría conquistar?
–(Risas) Estoy bien en el 13. Si ahora quiero conquistar algo es de a poco y con el Chueco (Suar): el liderazgo nacional del canal que aguardaba ansioso que apareciera en medio de la tormenta de Bolívar.

“<i>¿En qué siento los 46 años recién cumplidos encima? En que me costaría correr un maratón, en que duermo menos, en las canas que no pienso teñir, en alguna arruga que no pienso operar, en la mayor experiencia y en que me veo menos combativo que antes</i>”, asegura el conductor de ShowMatch, que regresó a la pantalla de lunes a viernes a las 22.

¿En qué siento los 46 años recién cumplidos encima? En que me costaría correr un maratón, en que duermo menos, en las canas que no pienso teñir, en alguna arruga que no pienso operar, en la mayor experiencia y en que me veo menos combativo que antes”, asegura el conductor de ShowMatch, que regresó a la pantalla de lunes a viernes a las 22.

Junto a Chayanne, el lunes. Así se mostró Marcelo en <i>ShowMatch</i>.

Junto a Chayanne, el lunes. Así se mostró Marcelo en ShowMatch.

Antes de entrar en el restó <i>Azul profundo</i>, Tinelli y Adrián Suar –director de Programación del 13– se abrazan tras el primer programa, el del jueves 6 de abril.

Antes de entrar en el restó Azul profundo, Tinelli y Adrián Suar –director de Programación del 13– se abrazan tras el primer programa, el del jueves 6 de abril.

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