"Malo, malo”, le grita un grupo de mujeres que espera para ingresar al Teatro Municipal de Mendoza. Es sábado por la noche y Joaquín Furriel está en la ciudad. Pero aquí no será Marcos, uno de los malos de Montecristo, la novela super éxito de Telefe, con picos de 33 puntos de rating. Aquí interpretará al bueno de Rafael en La malasangre, obra de la prestigiosa dramaturga Griselda Gambaro. Se escuchan suspiros y comentarios varios. “¡Tiene unos ojazos…!”, dicen algunas, y enseguida se reconocen “fanáticas de Montecristo”. Y como no pudiendo desentenderse de esa trama que las atrapa cada noche, otra aclara: “Hoy llamé a mi abuela para contarle que venía a verlo a Marcos y me dijo que le avisara que Santiago –el personaje que interpreta Echarri– ¡está vivo!”.
Poco predispuesto al contacto con los medios, Furriel llegó a Mendoza el sábado al mediodía. Se alojó junto a sus demás compañeros de elenco –Lorenzo Quinteros y Carolina Fal entre otros– en el Hotel Aconcagua, y sólo se animó a un paseo de media hora por la plaza Independencia, pleno centro de la ciudad. A esa altura, era un hecho que el actor había viajado solo, sin la compañía de su mujer, la actriz Paola Krum. Curiosidades laborales: se conocieron gracias al teatro, por estos días ambos comparten horas de grabación durante la semana en Montecristo, y ahora, los fines de semana, deben separarse por culpa de las tablas. Y mientras paseaba, él empezó a palpar el calor del público que de a poco lo iba reconociendo. Reacción inmediata: primero, de asombro, y enseguida este comentario, en más de un caso con histeria incluida: “¡Pero si es Marcos, el de Montecristo!”. Ya por la tarde, la noticia de su presencia corría por toda la ciudad. Hasta los taxistas se preguntaban: “¿Qué hacen todas estas mujeres en la puerta del hotel?”.
La buena predisposición de Furriel a firmar autógrafos animó a que decenas de mujeres lo esperaran a la salida del teatro, donde se repetía el mensaje. “Santiago está vivo”, se escuchó. Y él, con una sonrisa cómplice, dijo: “Gracias por avisarme, señora”. La euforia se convirtió en una especie de avalancha de besuqueos femeninos que obligó al personal de seguridad a formar un círculo de protección. Joaquín parecía sorprendido por el acoso de sus fans. Y así como en muchos momentos del fin de semana se mostró algo molesto por la cercanía de los fotógrafos, su actitud con la gente era completamente diferente. Relajado y divertido, Furriel disfrutaba entre tanto cariño, y decía: “¿Qué es esto? ¡Me siento como Sandro!”. Luego hubo trabajo extra de los guardias, hasta que por fin lo rescataron para que una Traffic lo regresara al hotel.
Sábado a la noche, a la salida del Teatro Municipal de Mendoza. Un grupo de mujeres esperó por un objetivo clave: poder ver de cerca, piropear y tocar al actor, después de una nueva función de La malasangre.
En La malasangre, la dramaturga Griselda Gambaro habla sobre el autoritarismo, en una historia ambientada en la época de Juan Manuel de Rosas. Allí, Furriel interpreta a Rafael, un profesor jorobado que le da clases a Dolores (Carolina Fal).
El actor llegó el sábado y salió a dar un breve paseo por la plaza Independiencia. Por la noche, a la salida del teatro, algunas lograron la ansiada foto con Furriel.
