“Logramos una armonía familiar que me emociona” – GENTE Online
 

“Logramos una armonía familiar que me emociona”

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Podemos olerla?
–¿Perdón?

–Sólo para comprobar si usa el perfume que lanzó...
–Ah, dale.

–... (el redactor se acerca al cuello de la actriz)
–¿Y...?

–¿Me deja repetir?
–Okey.

–... (el redactor vuelve a acercarse al cuello de la actriz)
–Insisto: ¿Y...?

–Parece que ¿no es? ¡¡¡¿No es Sucrerie?!!!
–Excelente olfato.

–Pero...
–Estoy despidiéndome de él.

No sabe mentir, dibujarla, tirarla afuera, como se quiera decir. Sea por espontánea, colgada, sincera, no sabe. Ni aunque haya cambiado su vestido Laurencio Adot, que lucía medio día antes, por una camisa, un jean y una campera; sus zapatos Claude Benard, por unas botas de cuero; el maquillaje de Mabby Autino, por su cara lavada; el champagne Chandon Rosé del Roof Garden del Alvear Palace Hotel por el restaurante Del Bosque del club de campo Highland, sobre el kilómetro 42,5 de Pilar; ni, tampoco, y en especial, aunque hayan transcurrido apenas doce horas de la presentación de su fragancia Sucrerie, a lo largo de una “distinta e inolvidable noche de mayo”, que en breve ella misma detallará. “Sí. Me estoy despidiendo de mi Crystal Aoud –saca de su cartera el largo frasco colorado–. Lo compré un tiempo atrás en la tienda francesa de Montale Paris, y me lo puse por última vez. Si venís mañana, de mi cuerpo emanará aroma a Sucrerie”, que significa “dulce” en la lengua gala y que acaba de convertir a Araceli Edith González (41, Buenos Aires) en empresaria. O “pequeña empresaria. Mi arranque es bastante humilde, mis sueños son grandísimos”, según su inconfundible voz.

–¿Le parece tildar de “distinta e inolvidable” a la noche del miércoles 13 de mayo, justo usted, tan acostumbrada a las galas y la exposición laboral?
–¿Qué? ¿Acostumbrada? Noté que no. Me temblaban los pies y el labio inferior. Un logro desnuda tensiones. Aparte, toda mi carrera fui imagen de productos que funcionaron bárbaro, y ahora pensaba “¿No iré a fallar con el mío?”. Imaginate que ahí estaban mis hijos (Tomás y Florencia), mi pareja (Fabián Mazzei), mi madre (Rosa), mi hermano y mi cuñada (Adrián y Verónica), mi jefe de prensa (Javier Furgang), mi fotógrafo personal (Gabriel Machado), mi asesora de imagen (Teresa del Valle), mi peinador (Maxi Huespe, de Urban Club), mis amigos, gente de la moda invitada, y el esfuerzo familiar de catorce meses sintetizado en un frasquito de 50 mililitros.

–Cuéntenos por qué catorce meses. ¿Qué ocurrió catorce meses atrás?
–Cierta noche, abriendo un cajón de la cocina, Fabi descubrió los folletos del proyecto de un perfume que yo había abandonado en 2005. “¿Y esto?”, me consultó. Le expliqué. “¡Retomémoslo!”, me sugirió. Flor, que nos escuchaba, lo apoyó. “Dale, retomémoslo”. “Miren que los voy a enfermar”, les previne. Sin embargo, no desistieron. Sin mis familiares no hubiese retomado. Como no iba a usar mi nombre porque sí, sino apostar a una marca. Pronto surgió Sucr...

–¿Enfermarlos, sostuvo?
–En el sentido constructivo (risas)... Pretendía un aroma particular, de manera que quien lo oliera supiera que se trataba de mi fragancia. Además, perdurable. Para ello hubo que mezclar esencias. Te las repito de memoria: suave mousse de chocolate, toques verdes de hojas de hiedra inglesa, jazmín acuoso con notas de hespérides y lujosas maderas de sándalo y vetivert, combinadas con almizcle y ámbar. No resultó simple. Junto a Fabi íbamos tras las muestras del laboratorio De Nicolo, se las acercábamos a ambas familias, a las madres de los compañeritos de Toto... Así encontré lo que procuraba y así ingresamos al segundo acto.

–¿Segundo acto?
–Lógico, el frasco. Apuntaba a uno que la mujer pudiera cargar en la cartera. Aparte, moría por incluirle una chapita identificatoria, nada de papel. Fabi buscaba opciones y me traía, buscaba opciones y me traía. Al fin surgió una que se añadía como calcomanía y no necesitaba pegamento. Por último, la tapita, el tercer acto. E historia repetida. Mirá lo obsesiva que estaba que ni rociador aceptaba que llevara. Familiera, al fin, primó el consejo de quienes me rodean.

–Ya mencionó la palabra “familia” y sus derivados en cuatro oportunidades. ¿Casualidad?
–Ninguna. ¿Viste la foto que nos tomaron ustedes el día del evento a Flor, Tomás, Fabián y yo, la foto de alrededor de las dos de la mañana, tratando de no despertar a los huéspedes, caminando tentados, plenos de felicidad por la tarea cumplida, dejando la suite 607? Listo, hoy somos eso. A veces resulta difícil mostrarlo. La imagen de la que te hablo reúne lo que somos hoy los cuatro en casa. Fabián nos equilibró a todos. Vivo una armonía familiar que me emociona.

–Reitera la palabra “familia” y los derivados...
–Si bien gracias a Dios mis hijos tienen a sus papás (Florencia a Rubén Torrente; Toto a Adrián Suar), yo defiendo el concepto de familia, y Fabi se integró bárbaro a la nuestra. Considerá que tengo una hija de 20 años y fuerte personalidad y un hijo muy celoso de 10. Mostrándose tal cual es, Fabián dejó que se le acercaran, sin presionarlos. Nunca olvidaré el primer abrazo que Tomás le dio... Una noche, mientras Fabi se sentaba a la cena, vi que Toto le daba vueltas, lo observaba. Hasta que no aguantó y lo abrazó. Te hablo de un abrazo de afecto, de aceptación. Fabi se puso nervioso. De lo tenso, no sabía qué hacer, al tiempo que yo, mediante ademanes y mímica, le pedía “¡abrazalo, abrazalo!”. Siempre he priorizado a los padres de Florencia y Tomás y sé que nadie de afuera debe cumplir ese rol. No obstante, que mis hijos puedan sentirse felices con la pareja que elegí, me llena el corazón. Claro que el tema avanzó a otro...

–¿Otro?
–Peor. Los chicos me amenazan acentuándome que “si se va Fabi, nos vamos con él”.

–Epa. ¿No la terminarán desalojando a usted?
–Callate, que cuando llega Toto se saca los zapatos y, sin darme bolilla, arremete: “¿Dónde anda Fabi?”. O, caída la tarde, redobla la apuesta. “¿Dejás que me duerma Fabi, má –implora–. Es más tranquilo que vos”. “Pará. Si yo te hago masajitos, caricias...”, me defiendo. “No, no, que venga él. ¿Dale?”, remata. Capaz que se ponen a ver Star Wars o Los Simpsons. Yo aparezco un rato después en la habitación y lo encuentro abrazándolo, y a Fabián medio partido rogándome: “Aguantá, que creo que todavía no se durmió del todo”.

–Relátenos qué sucedió para que los chicos la amenazaran con irse, con dejarla y escoltar a Mazzei. ¿A dónde se iba, o se va?
–Se iba a concretar su primer protagónico. Lo llamaron para encabezar una serie de Antena 3 (la adaptación de 90-60-90 modelos, el antiguo suceso de Natalia Oreiro), y resolvió priorizarnos a nosotros. Ha sido una gran demostración de cariño. En Europa lo recontra conocen, porque trabajó en Un paso adelante (2002/5), un exitoso programa madrileño que se vendió en el exterior. Lo saludaban las azafatas de Iberia, los turistas, unas italianas que nos cruzamos en la catedral de Notre Dame y me suplicaron que le sacara fotos con ellas... Me sorprendió la medida que tomó. En lo previo, hubo un momento difícil. No sé si me corresponde a mí contarlo.

–Probablemente Fabián jamás lo contará.
–Verdad, no lo hará. Entonces lo contaré yo... Toto, que es ultra observador, días atrás se tiró a jugar a la PlayStation con Fabián. “¿Qué te preocupa?”, le clavó la vista de repente. “Nada –contestó Fabi–... Es que necesito resolver algo”. “¿Qué?”. “¿Si me voy a trabajar a España”. “¡¿España?! ¡¡¿Y qué vas a decidir?!!”, lo apuró el enano poniéndole pausa al jueguito. “Ehhhh... ¿Sabés qué? Me quedo”, le mandó Fabián. “Ufff, menos mal. ¡Nos quedamos!”, lo volvió a abrazar como en aquella oportunidad. ¡En la cabeza de Tomás no existía la posibilidad de que partiera y no lo secundáramos! Y la relación se extiende a Flor. Apenas entra, grita “¡Fabi, Fabi, Fabi!”, y se ponen a tomar mate en la mesada. El me jura: “No lo puedo creer. Durante cuarenta y tres años anduve dando vueltas solo por acá y allá, y de repente tengo un ‘Fabi de acá, Fabi de allá...’”.

–Disculpe el atrevimiento...
–Recién me pediste oler el cuello. Me preocupa adónde planea acceder tu atrevimiento...

–Leve, leve, a preguntarle si necesita un pañuelo. Hace rato que no se la nota tan... ¿enamorada se llama?
–Enamorada se llama. Ayer besé a Fabián frente a los fotógrafos y me lo reprochó. Le repliqué que iba a darle ocho mil besos, porque es el hombre que amo, mi cable a tierra, la persona que me ayudó a volver a armar una familia, con quien quizá busque un nuevo hijo y no sería una locura que me case. Mi psicóloga asegura que Fabián sacó de mí mucha dulzura que guardaba en mi alma.

–¿Dulzura, dulce? ¿Qué significaba Sucrerie?
–¡Gua! Me acabo de dar cuenta. Flor, Fabián, Ara y Tomás a las 2:05 AM, tras la presentación de su perfume. Así explica la diosa rubia uno de sus grandes momentos: “Esta imagen resume lo que hoy somos los cuatro en nuestra casa”.

Flor, Fabián, Ara y Tomás a las 2:05 AM, tras la presentación de su perfume. Así explica la diosa rubia uno de sus grandes momentos: “Esta imagen resume lo que hoy somos los cuatro en nuestra casa”.

“¡Disparen igual!”, pareciera gritar Araceli a la hora de la verdad. “Si bien la fragancia se distribuirá en la Argentina y los países limítrofes, deseo extender la marca Sucrerie a distintos productos. Lo que se viene es la línea de ropa interior”, anticipa Araceli.

“¡Disparen igual!”, pareciera gritar Araceli a la hora de la verdad. “Si bien la fragancia se distribuirá en la Argentina y los países limítrofes, deseo extender la marca Sucrerie a distintos productos. Lo que se viene es la línea de ropa interior”, anticipa Araceli.

Mazzei (by Etiqueta Negra) chequeó los hasta los mínimos detalles del producto y acompañó a su chica en todo momento. “Hasta andaba nervioso como yo”, advirtió ella.

Mazzei (by Etiqueta Negra) chequeó los hasta los mínimos detalles del producto y acompañó a su chica en todo momento. “Hasta andaba nervioso como yo”, advirtió ella.

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