Hace un año le escapó a la muerte, hoy vuelve a correrle a la vida – GENTE Online
 

Hace un año le escapó a la muerte, hoy vuelve a correrle a la vida

Actualidad
Actualidad

Cuando el 24 de marzo de 2007 Pablo (25) entró al hospital Jackson Memorial de Florida, estaba en coma. Había perdido cuatro litros de sangre y el primer diagnóstico que dieron los médicos estadounidenses no era alentador. “Para parar la hemorragia hay que amputarle la pierna derecha, que quedó invertida por la fractura expuesta”, recomendaron luego de un exhaustivo análisis. Del otro lado del teléfono, Gregorio Pérez Companc y María del Carmen Sundblad, sus padres –que nunca habían ido a ver una carrera donde participaran sus hijos porque temían un accidente (en 1984 perdieron a su hija mayor, Margarita, de sólo 19 años, en un choque automovilístico)– debatían qué decisión tomar. Llamaron a su amigo, el doctor Ramón Leiguarda, director del instituto FLENI, quien les recomendó la urgente intervención de otro prestigioso médico argentino, Juan Carlos Parodi, un experto en cirugía vascular que, milagrosamente, se encontraba en los Estados Unidos. Para alivio del único argentino que figura entre los hombres más ricos del mundo (ocupa el puesto 573 según el ranking de la revista Forbes, con 2.100 millones de dólares), Parodi atendió al menor de sus hijos y revirtió el diagnóstico. “La pierna se puede salvar; no es necesario amputársela”, expresó, para alegría de toda la familia.

EN MENOS DE UN AÑO. Pasaron exactamente 11 meses y 10 días, y Pablo El Volador Pérez (nombre que él mismo utiliza en su página en Internet), se dio el gran gusto de su vida. El 2 de marzo, en el Autódromo Roberto Mouras de La Plata, ganó la segunda fecha del GT 2000. “Cuando pasaron los primeros meses de mi accidente, yo soñaba con este momento. Quería ganar una carrera con el inconveniente de mi pie, y por suerte hoy lo logré: por eso estoy feliz”, comentó emocionado ni bien se bajó de su auto. Pero no pudo hablar más. Tomó el bastón de madera que le acercó uno de sus colaboradores, agarró la botellita de medio litro de agua mineral que vació en unos pocos segundos, se sentó en el pontón del equipo Teresio y se largó a llorar como un chico. En silencio, como respetando ese instante sagrado, todo su equipo lloró con él. Para Pablo, esa bandera a cuadros valió mucho más que una carrera.

UN LARGO CAMINO A LA VIDA. Nació el 11 de diciembre de 1982, y a los 16 años este sagitariano de carácter dócil hizo su debut como piloto en la Categoría Super Sudam A de karting. Hoy luce en sus vitrinas la primera copa que ganó en el 2000 y que tiene grabado en bronce Campeón Nocturno de Karting. Cat. Super Sudam “A”. Al año siguiente se iba a quedar con el mismo trofeo, y en el 2003 dio el salto al Sport Prototipo. Luego pasó por la Fórmula 1000, Fórmula Súper Renault, Top Race V6 y Fórmula 3 Sudamericana. Y a los 23 años sus objetivos estaban bien claros. Más que apuntarle a la Fórmula Uno, sueño de casi todos los pilotos, el hijo de Goyo anhelaba correr las famosas 500 Millas de Indianápolis, un desafío para pocos. Con esas ganas de llegar y ganarse un lugar, encaró la primera competencia del año, las 100 millas de Homestead del Indy Pro Series, el paso previo al Indy Car. A bordo de su Dallara Honda de la escudería italiana Target Chip Ganassi Racing, Pablo mostró condiciones desde la primera prueba clasificatoria, y el sábado del accidente se encolumnaba en la quinta posición, hasta que llegó la fatídica vuelta 46 (a 11 del final), cuando rozó en una de las curvas del óvalo una de las ruedas del auto de Sean Guthrie (19). El Dallara número 10, que venía a 360 kilómetros por hora, levantó vuelo y se estrelló contra el alambrado de contención. Al rebotar violentamente, la cápsula que protege al piloto, con él adentro, se desprendió y quedó a la deriva en la pista. Sólo por milagro no fue embestido por los otros corredores.

Luego de la operación, donde los médicos tuvieron que reparar huesos, tejidos y vasos sanguíneos, fue trasladado al Hospital Metodista de Indianápolis. Allí recibió la asistencia del doctor Kevin Scheid, especialista en ortopedia de la Indy Racing League, que agrupa a Indy Car e Indy Pro Series. Unas semanas después comenzó la rehabilitación en un centro especializado que queda a diez minutos del Metodista. Recién el 10 de diciembre del año pasado recibió el alta médica parcial para volver a las pistas. “Sólo tengo palabras de agradecimiento para los médicos, mi familia y toda la gente del ambiente que se preocupó por mi evolución en este tiempo. Estas muestras de afecto son mucho más valiosas que cualquier trofeo o victoria”, dijo emocionado cuando volvió a calzarse el buzo antiflama para subirse a un Tulia Oyikill de GT 2000 en el autódromo Moura de La Plata.

El sábado 17 de febrero, en el mismo autódromo, llegó la primera gran emoción cuando corrió la primera prueba de la categoría y logró el segundo puesto. “Es como un triunfo para mí. No podía controlar el dolor en las piernas. Cuando los tobillos entraban en calor, sólo ahí iba al ritmo de la competencia”, confesó. Pero el destino le tenía preparada otra sorpresa: el 2 de marzo corrió la segunda fecha y consiguió el primer lugar en el podio. “El milagro no es que haya salido primero. ¡El verdadero milagro es que todavía tenga las dos piernas!”, contó con lágrimas en los ojos.

–¿En qué pensaste cuándo viste la bandera a cuadros?
–La verdad, la vi medio nublada, porque la última vuelta la di llorando. Creo que nunca lloré tanto en mi vida. Sentí como que ganaba el Mundial de Fórmula Uno. Si bien tenía a Juan (Centurión) muy cerca, sabía que si no me equivocaba era el ganador. Eso me emocionó mucho.

–¿Cuál fue la primera imagen que vino a tu cabeza?
–La del día del accidente… (hace un largo silencio). Pero la imagen no era mala. Me acordé de la primera vuelta de la carrera Indy, que sentía que mi sueño se había hecho realidad. No sé bien por qué me acordé de eso. Fue como poner “stop” y “play” otra vez. Como si nada del accidente hubiera pasado.

Pablo posa sentado en su Crespi Renault Mégane con parte del equipo Teresio de fondo. El bastón que todavía usa para caminar es un símbolo de su recuperación.

Pablo posa sentado en su Crespi Renault Mégane con parte del equipo Teresio de fondo. El bastón que todavía usa para caminar es un símbolo de su recuperación.

La foto en la que sonríe corresponde al sábado 17 de febrero en el autódromo de La Plata. Fue el primer día que corrió luego del terrible accidente: salió segundo. Con seis carreras en su historial en el GT 2000, consiguió cinco victorias.

La foto en la que sonríe corresponde al sábado 17 de febrero en el autódromo de La Plata. Fue el primer día que corrió luego del terrible accidente: salió segundo. Con seis carreras en su historial en el GT 2000, consiguió cinco victorias.

La secuencia fotográfica muestra el terrible accidente de Pablo la tarde del 24 de marzo de 2007. Desde el momento en que su Dallara Honda choca con el auto de Sean Guthrie, se levanta la trompa, impacta contra el muro de contención y se deshace en el aire. Entre la nube de polvo, el cuerpo del piloto argentino. Abajo, cuando fue trasladado de urgencia en helicóptero al hospital Jackson Memorial de Florida. Ingresó en estado de coma, había perdido cuatro litros de sangre y tenía las dos piernas fracturadas.

La secuencia fotográfica muestra el terrible accidente de Pablo la tarde del 24 de marzo de 2007. Desde el momento en que su Dallara Honda choca con el auto de Sean Guthrie, se levanta la trompa, impacta contra el muro de contención y se deshace en el aire. Entre la nube de polvo, el cuerpo del piloto argentino. Abajo, cuando fue trasladado de urgencia en helicóptero al hospital Jackson Memorial de Florida. Ingresó en estado de coma, había perdido cuatro litros de sangre y tenía las dos piernas fracturadas.

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig